En
el campo fui nacida
vestida de verdes ramas y al pueblo me trajeron para servir a las damas, a mi todo me regalan, caramelos, miel, melada, más yo todo lo reparto porque no sé comer nada. LA MESA |
Soy
liso y llano en extremo,
y, aunque me falta la voz, digo en su cara a cualquiera la más leve imperfección; contesto al que me pregunta sin lisonja ni aflicción, si la misma cara pone, la misma le pongo yo. EL ESPEJO |
Tiene
un ojo y nada ve,
por abrir no es cosa dura, sin embargo por cerrar, sí que cierra y sí que es dura. LA CERRADURA |
Una
dama muy delgada
y de palidez mortal, que se alegra y se reanima cuando la van a quemar. LA VELA |
Sube
la llave
y la luz se hará. Baja la llave, no hay claridad. INTERRUPTOR DE LA LUZ |
A
la entrada de tu casa
algo suena si lo aprietan, y tú sales presurosa a abrir deprisa la puerta. EL TIMBRE |
¿Qué
cosa será,
que cuanto más comes más flaco se pone? EL CUCHILLO |
Ni
corre, ni vuela,
pero siempre te precede, cuando vas o cuando llegas. LA PUERTA |
Te
lo digo y no lo entiendes: |
Aunque
músculos no tengo,
los techos yo sostengo. LAS VIGAS |
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