Tenía las pestañas tan largas, tan largas que cuando pestañeaba abanicaba.
 
  Era una señora tan gorda, tan gorda que se hizo un vestido de flores y se acabó la primavera.
 
  Era tan feo, tan feo que salía de acampada y los lobos hacían una hoguera para que no se acercara.
 
  Eran tan incultos, tan incultos que viajaron a Venecia y volvieron enfadados porque todo estaba inundado.
 
    Tenía los pies tan pequeños, tan pequeños que jugaba al fútbol con una canica.